Iconografía
Por convenio directo con el Museo de Arte Religioso del Banco de la República y el Instituto Colombiano de Cultura, el Centro Nacional de Restauración realizó entre el 25 de Febrero de 1985 y el 22 de Julio de 1986, la restauración de doce pinturas al óleo sobre soporte de tela pertenecientes a la Iglesia Parroquial de Sopó, Cundinamarca.
En el territorio colombiano existen varias series de arcángeles pintados, al parecer, en la segunda mitad del siglo XVII, época que corresponde a un auge por este tipo de devoción y que se extiende por toda el área andina.
Estas series, una de las cuales se encuentra en la iglesia del antiguo monasterio de Santa Clara en Bogotá, tiene siete arcángeles entre los cuales se encuentran los tres arcángeles bíblicos, Miguel, Rafael y Gabriel, tres de origen apócrifo que por lo regular son Jehudiel, Seactiel y Uriel y el Santo Ángel de la Guarda o Ángel Custodio. La serie de los doce arcángeles que desde fecha indeterminada se conserva en la Iglesia Parroquial de Sopó, es por tanto una de las más numerosas y completas de las series angélicas que existen no sólo en Colombia sino en la América Hispana. Además de los Ángeles bíblicos y de los apócrifos ya señalados, la serie de Sopó representa a Baraquiel, Esriel, Laruel, Piel y otro, cuyo nombre, debido a su avanzado estado de deterioro, no ha sido posible determinar.
Considerados desde el punto de vista artístico, se puede apreciar en toda la colección una concepción homogénea y unitaria. Las figuras, composicionalmente realizadas en base a un eje central, fueron representadas de tamaño natural y en posición frontal y demandaron formatos que ya de por sí, acusan cierta monumentalidad,como era lo usual en el período estilístico al que corresponden.
Arcángel Ariel. Detalle.
Todos los arcángeles de la serie han sido representados en una atmósfera místicamente irracional, en donde no existen nubes ni cielos azules que denoten las regiones celestes que habitan estos espíritus. Por el contrario, el artista ha creado unos fondos oscuros como era lo usual en el arte de la Contrarreforma, reflejando la tensión entre la esencia física y la esencia espiritual de estos sujetos incorpóreos.
Se puede decir por ello que son pinturas tenebristas y para conseguir ese efecto en donde la luz juega un papel decisivo, el artista ha pintado unos fondos ejecutados con una zona de luz, muy atenuada, en tonos sepias y grises a la izquierda. Esta última ilumina a la vez la base del cuadro y en ella se alcanzan a proyectar algunas sombras de los pies de la figuras.
Las vestiduras de los arcángeles, llevadas a cabo con las pinceladas directas, precisas y únicas, le confieren a la serie su valor más importante. Sus mantos y faldellines, agitados al viento, se tuercen y retuercen y terminan los cuerpos de manera ilógica e irreal. Algunos de ellos, vestidos colmo los soldados romanos, tiene sus paludamentos , lorigas y cáligas, enriquecidos con adornos de cintajos, escarapelas y encajes de acuerdo a la moda vigente en Le Grand Siecle, lo cual nos hace pensar en una fuente de inspiración francesa.
La ausencia de diseño de estampados florales y adornos dorados, peculiares en la pintura colonial realizada en los siglos XVII y XVIII aunque más en este último, sobre todo en los países del sur, crean un interrogante más sobre sus orígenes.
Las tonalidades de los colores logrados son poco usuales en nuestra pintura. Son colores ambiguos, pero vivaces. Hay azules que parecen verdes, amarillos rojizos, verdes amarillentos, rojos pálidos y violetas que están delatando una influencia extraña, tal vez manierista.
De todos modos, aunque sea una pintura artificiosa y convencionalmente comprometida, que manifiesta una mundanalidad expresada mediante frívolas ropas y joyeles, en rostros de afectada belleza y en amaneradas posturas, la serie de los ángeles de Sopó, es para quien los contempla, una experiencia excitante que pone a prueba las vivencias místicas y estéticas del espectador.
Arcángel Esriel. Detalles.
Análisis iconográfico
Los arcángeles, penúltio coro de los nueve establecidos en el oriente por el Seudo – Dionisio en el siglo V, eran los mensajeros de Dios y guías protectores de la Iglesia militante aquí en la tierra. El Concilio de Aquisgrán del año 789, no acepto otros nombres distintos a los de los ya mencionados en la Biblia. La fuente de inspiración de los ángeles restantes es pues desconocida a excepción del Angel Custodio, cuya devoción se difunde en el siglo XV. Algunos de los nombres de éstos, compuestos en hebreo, no coinciden con el resto de las series que se encuentran en América, hecho que hace más confuso su origen. El anónimo artista de los Arcángeles de Sopó, inspirado en esa misteriosa fuente, eleva pues el número de éstos doce, número de significado carismático.
Para identificarlos, la colección presenta en cada uno de los cuadros, a excepción del arcángel San Miguel, una inscripción en la parte inferior izquierda, en la cual se registra con caracteres latinos, el nombre en hebreo del arcángel representado y la traducción correspondiente al latín.
Cada uno de ellos sostiene un atributo cuya sismología tiene una relación conceptual y directa con la cualidad divina expresada en la correspondiente inscripción y que está representado cada uno de los arcángeles.
Así, Seactiel – Oratio Dei, sostiene y agita un incensario, instrumento litúrgico utilizado para simbolizar las oraciones que elevan al cielo.
Jehudil – Penitentia Dei, tiene un látigo o disciplina, instrumento de penitencia utilizado por santos y anacoretas. La corona de flores que ostenta en la otra mano simboliza el premio que otorga a quien practique dicha virtud.
Uriel – Ignis Dei, es el ángel del fuego de Dios que se mencione en el libro del Apocalipsis y como tal lleva el fuego en la mano.
Baraquiel – Benedictio Dei, simboliza la bendición divina expresada mediante un manantial de rosas, flores que de por sí tienen un significado rico dentro del cristianismo.
Arcángel Baraquel. Detalle.
Gabriel – Fortitudo Dei, es el Angel de la Anunciación, el Heraldo del nacimiento de Jesús, venerado no sólo por los cristianos sino también por los hebreos y los musulmanes. Sostiene un ramo de flores entre las cuales se destacan los lirios, símbolo de la pureza de María. La cartela exhibe las palabras salutatorias » Ave María Gratia Plena», que recuerdan el paisaje evangélico.
Raphael – Mendisina Dei, es el protector de los jóvenes y de los viajeros. Usa sobre sus vestiduras la esclavina parda y lleva el bordón, prendas que utilizaban los peregrinos en la Edad Media. Llevan sobre el pecho la concha o venera que llegó a ser el distintivo de los peregrinos a Santiago de Compostela y sostiene en la mano el pez que, de acuerdo con el relato bíblico, casi devora a Tobías y que a su vez fue la fuente para fabricar la medicina que curó al padre de éste. A su lado se encuentra el perro que acompaño a Rafael y Tobías en su largo viaje, el único perro que en la Biblia aparece como compañero del hombre.
Esriel – Justitia Dei, desenvaina una espada, arma que se asocia con la justicia. Es una espada con cazoleta, característica del siglo XVII. La chaquetilla del ángel, con mangas acuchilladas, le da una apariencia mundana propia de la época de la mosquetería.
Laruel – Misericordia Dei, lleva como atributo una palma y una rama de laurel. Si realmente la planta es el laurel, por asociación con el nombre, no está muy clara la relación con la cualidad divina representada. El laurel ha simbolizado el triunfo, la eternidad y la castidad. En la antigüedad el laurel era utilizado para coronar a los vencedores simbolizando el triunfo. En razón de que nunca pierde el follaje, el laurel ha simbolizado también a la eternidad. Su asociación con la castidad deriva posiblemente de las simbología pagana, cuando el laurel era consagrado a las Vírgenes Vestales, las cuales hacían voto de castidad. La palma que sostiene en la otra mano, tiene un simbolismo análogo al laurel. Es el símbolo de la victoria del cristiano sobre la muerte. Es por tanto el atributo de los mártires.
Miguel cuyo significado es Semejante a Dios «Quis Sicut Deus», es el único que no tiene identificación por ser tan obvia su iconografía. Es el ángel guardián de la Nación Hebrea, adoptado como santo por el cristianismo desde sus primeros tiempos y el que en el Libro del Apocalipsis se lanza en combate con las fuerzas del mal. Como Jefe de los Ejércitos Celestiales, viste la cota y luce el casco emplumado. Está hundiendo su lanza en el cuello de Satanás, representado aquí con patente realismo, para arrojarlo a los infiernos.
Piel. Curioso nombre que es traducido al latín como Decus Dei, es el honor o la belleza de Dios. Lleva una bandera y una espada al cinto como militar abanderado.
La potencia de Dios. «Potentia Dei», expresada por el arcángel que sostiene un sol, como símbolo de Cristo, es la potencia creadora y dirigente que gobierna al mundo. Su nombre en hebreo, incompleto por las pérdidas de la capa pictórica que hicieron impracticable su restitución, queda en incógnita.
Completa la colección el Angel Custodio o Angel Guardián. Se encuentra llevando un niño de la mano, el cual simboliza el alma del justo. Su origen, derivado del libro bíblico de Tobías, se remonta al siglo XV y su representación en el arte se difunde en la Contrarreforma, época en la cual se propaga su devoción. Es el ángel de todos los cristianos y su patrocinio sigue vigente en nuestros tiempos.