Restauración
Una vez adquirido el compromiso de la restauración de toda la serie, las obras ingresaron al Taller de Pintura de Caballete del Centro de Restauración en grupo de tres obras, dependiendo de su estado de deterioro y de la prioridad para su intervención.
La primera operación realizada consistió en los análisis de laboratorio con el fin de establecer la tecnología de las obras. Se realizaron estudios fotográficos completos, análisis de sus estratigráfias, de sus pigmentos, de los aglutinantes, de as fibras del soporte, de los barnices, etc. Además de determinar sus componentes matéricos, se pudo establecer la autenticidad de la colección y comprobar sus orígenes, datables de la segunda mitad del siglo XVII.
Fue necesario a continuación, consolidar sus estratos pictóricos, posiblemente la principal causa de deterioro. Como medida de conservación, se practicó en toda la colección un reentelado, pensando ante todo en asegurar la estabilidad de sus materiales constituyentes, vulnerables indudablemente, como lo demostró uno de ellos. Las pérdidas de la capa pictórica eran tales en esta obra, que ya la recuperación de la unidad formal de la imagen no era viable, de acuerdo con los cánones más modernos de la restauración.
Arcángel Lehad. Detalle.
Los repintes aplicados en época reciente, muchos de los cuales rebasan las zonas lagunares, estaban creando alteraciones y falseando su integridad estética. Fue necesario eliminarlos y reintegrar el color, esta vez sólo en los faltantes, empleando para ello técnicas ilusionistas con el fin de recuperar la unidad real, pero sin introducir falsificaciones y permitiendo al espectador discernirlas de cerca.
Los marcos construidos en madera con relieves dorados, se encontraban en sus partes lisas recubiertos con dos capas de repintes de color rojo aplicadas en diferentes épocas. Al eliminarlas se pudo descubrir una policromía casi intacta efectuada con tonos azules y blancos que imitaban al veteado característico del mármol. Con este nuevo colorido en los marcos, las obras ganaron en esplendor a la vez que complementaron el conocimiento sobre la tecnología y la decoración empleadas en épocas pasadas en este tipo de elemento.
Para el Centro Nacional de Restauración este trabajo fue una experiencia enriquecedora a la vez que fue motivo de gratas satisfacciones, no sólo por haber contribuido a la conservación de una colección muy importante dentro de nuestro patrimonio, sino por haber aportado nuevos conocimientos en relación con la historicidad y esteticidad del arte colonial colombiano.
